Las conocidas tiendas de barrio aun sobreviven en el mercado gracias a la cercanía que sienten los dueños de las tiendas con los clientes, como también al importante tejido social que forma un tendero en la comunidad donde opera, pues el propietario del negocio no es reconocido como comerciante, sino como un vecino.
Según investigaciones de Fenalco, el 87% de los productos perecederos consumidos en el hogar, son comercializados en una tienda, así pues en Colombia prevalece el mercado minoritario.
De modo que, las grandes cadenas ven a las tiendas de barrio como una gran competencia, pues ellas son la principal opción de compra de la mayoría de los colombianos.
Por ejemplo, en los estratos 1, 2 y en algunos casos 3, las personas acuden a la tienda en un promedio de 6 a 8 veces en el día, donde realizan compras, en su mayoría, de presentaciones pequeñas. Lo anterior, hace que la operación de una tienda de barrio sea indispensable para la comunidad que habita en su entorno.
Diferente a los estratos 3,4 y 5, donde la mayoría de las personas acuden a la tienda como una segunda opción, es decir que ellas no cumplen con provisionar diariamente, sino que en caso de acabarse algo de la canasta familiar, acuden a la tienda para satisfacer la necesidad del momento, pero no existe una estrecha relación entre el tendero y el consumidor.
En suma, todos los estratos sociales y económicos necesitan de una tienda en su entorno, es por ello que las grandes firmas no han logrado remplazar a los pequeños negocios de barrio.
Grupo Americano de Franquicias